Faltan horas para la
final de Hockey femenino de los Juegos.
Solo un partido.
El partido.
Y en el horizonte asoma una medalla...
El partido.
Y en el horizonte asoma una medalla...
La que Las Leonas
nunca ganaron.
La más deseada.
La única que le falta a un seleccionado que hace décadas se luce.
El único título que ella todavía no ganó...
La más deseada.
La única que le falta a un seleccionado que hace décadas se luce.
El único título que ella todavía no ganó...
El que cerraría una historia
única.
De Princesa.
De Princesa.
De Diosa.
De Maga.
De Reina.
De única.
De Maga.
De Reina.
De única.
De Leyenda...
Porque hasta se
embanderó para esta cita.
Para ser la primer argentina en desfilar orgullosa por Londres.
¿Casualidad?
Para ser la primer argentina en desfilar orgullosa por Londres.
¿Casualidad?
Noooo...
Es tan mágica esta
historia que parece haberse escrito a propósito.
No puede darse un
cierre tan perfecto.
Acorde a su juego.
A su sola presencia en una cancha.
A cada caricia que la bocha siente con ella.
Su último partido.
Su último título.
Su última presentación con la camiseta argentina.
Acorde a su juego.
A su sola presencia en una cancha.
A cada caricia que la bocha siente con ella.
Su último partido.
Su último título.
Su última presentación con la camiseta argentina.
Su último cumple en
una cancha...
Y en un estadio y un
evento acorde a semejante jugadora.
No habrá bocha que
no llore esta despedida.
Desde su nueva edad comenzará una nueva vida.
Pero a partir de ahora sin esa extensión de su brazo que todos llamamos “palo de hockey”...
Desde su nueva edad comenzará una nueva vida.
Pero a partir de ahora sin esa extensión de su brazo que todos llamamos “palo de hockey”...
Es su vida...
La Leyenda, la bocha, el sentir y el destino
me dirán que debo escribir en “cara-libro” la próxima...
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